martes, 28 de febrero de 2012

El Leviatán

Cerró la puerta tras de sí para tapar la oscuridad de las escaleras que tanto le aterraba. Sí, como quien busca cerrar la puerta a su propia oscuridad no dormía tranquilo desde hace semanas, sudaba en la noche y despertaba luego de terribles pesadillas, todas relacionadas con un monstruo, tan horrible como infinito, con millones de ojos acusantes que sin parar lo observaban, como desde el inicio de la eternidad. Su leviatán.

Esa noche no fue excepción, quizá incluso sucedió lo que temía, simplemente ya no lo podía soportar. Se despertó con el sudor frío de siempre, sorprendido por el calor inesperado de la noche en el valle, y ahí, afuera de esa puerta, un golpe, dos, tres, cuatro golpes, desesperados golpes, y es que a veces la oscuridad simplemente quiere mostrarnos algo, pero él no estaba dispuesto a abrir la puerta, no, no a esa terrible sensación de angustia, saltar por la ventana hubiera sido una opción, pero no abrir la puerta.

-¡No! ¡Por favor no! ¡Déjame tranquilo!- Sus alucinaciones empeoraban, ¿qué era lo que tanto temía? Un monstruo de otro mundo, ¿cómo había hecho para llegar? ¿Para volverse tan real?

La puerta golpeaba y se movía estruendosamente, y él con todas sus fuerzas se apoyaba para no abrirla, el terror trepaba por su cuerpo como quien recibe una maldición "¡Para por favor!"

Entonces cuando no pudo más, cuando decidió que mantener la puerta cerrada le traía más pesares que simplemente abrirla, se rindió y entonces no bien dejó de esforzarse de un golpe la puerta se abrió y con tal poder que la luz de las velas se apagó y entonces en la habitación de Leonardo todo fue oscuridad. Pero en esa oscuridad ¡el milagro! La luz brilló y ya sea por genialidad o locura el joven rió, y rió y entonces cayó rendido de tanto reír, absorbido por el vacío que había encontrado en su interior, donde antes hubiera sólo miedo, al abrir la puerta se había encontrado cara a cara con su Leviatán ¿y luego?.

El amanecer llegó y un rayo que él percibió como puro Amor entró por la ventana acariciando los muebles, la cama, y su rostro hasta que despertó por el suave canto de los pájaros cercanos que parecía que celebraban, entonaban himnos al hombre que se levantaba, tranquilo, extasiado, con una sonrisa como de loco.
Es que apenas había dejado de luchar, la puerta se había abierto y el Leviatán se había revelado, pero no como lo prometía, con todas esas culpas, penurias, miedos y pesares que veía en su mente, sino como lo que era: absolutamente nada.
Respiraba y sentía que su cuerpo entero eran sus pulmones, observó el escenario y en su interior como los pesares y desgracias se alejaban, como si nunca hubiera pasado. Estaba limpio, limpio de pasado, siguió mirando el paisaje  en el Valle de Arno, en plena Toscana ¡que belleza!
Se dio cuenta de que nunca la había visto hasta hoy, un 5 de Agosto de 1473.
-Hoy es un buen día para dibujar- El aire estaba fragante y Leonardo reía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario